Intento entender algo de mi misma transitando por los pueblos de Africa. El azar es el dia a dia y la gente, el alma de mi viaje. He llegado por casualidad a casa de los Galiana en Nairobi, donde he permanecido diez dias esperando visados. El pase para la India lo he conseguido pero me he quedado con las ganas del sello etiope en el pasaporte para entrar por la frontera sur. La embajada del pais del cuerno de Africa me deniega el 'Visa on Arrival" a no ser que acceda a la antigua nacion comunista por el aeropuerto de Addis Abeba. El el unico pais del este africano con normas estrictas, inflexibles y ridiculas de entrada y me fastidia. Por un lado me alegro de haber caido en buenas manos en una ciudad dificil y extremadamente cara, y por otro me invade la ansiedad y la impaciencia al pensar en el estancamiento y el inmovilismo durante dos semanas en casa ajena. Tengo las manos atadas y procuro molestar lo menos posible a mis anfitriones, Luis y Jenny. Ambos se vuelcan en mis necesidades para acometer con exito el resto del viaje.Despues de deambular por la miseria durante cuatro meses Nairobi se me antoja pretenciosa y pecaminosa: un oasis de jardines franceses con fuentes, lagunas y estatuas, opulentos edificios de oficinas de arquitectura ultramoderna, suntuosas villas, urbanizaciones bunker, pomposos restaurantes, enormes calles y barrios comerciales por donde solo transita la bulliciosa plebe, increibles grandes almacenes, escaparates futuristas, vehiculos de alta gama... conviven con chabolas, ropas de pobre colgadas en tendederos improvisados, calles de polvo donde se amontonan toda suerte de baratijas a la venta, restos coloniales de un pasado comun a muchas otras naciones del Este africano.
Hombres armados hasta los dientes y detectores de metales hasta para mear son el dia a dia en una ciudad amenazada desde hace dos anos por el terrorismo de Al Shabab (adherido a Al Qaeda), el ultimo atentado el pasado mes de abril en el barrio de Pangani, causo la muerte a cuatro personas. Entiendo que tenga que pasar por el detector de metales al entrar en un inmueble, pero.... Tambien al salir a la calle?
Camino apresuradamente por el 'downtown' intimidada por el clima de asalto y atraco, sin perder detalle de lo que me rodea, entre las furtivas miradas a mis pertenencias de algunos viandantes con pinta de vivir de la sustraccion al turista. De nuevo no veo ni un blanco en la calle: cero turistas. Por experiencia, es mala senal. Nairobi me agobia de tal manera que solo salgo del oasis de paz donde habitan los Galiana para lo estrictamente necesario, osea, shopping y 'visading'.
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