miércoles, 30 de abril de 2014

3 Abril. Entre Sudafrica y Mozambique.



Cuando llego a eMangusi, tras 75 kms, continuo en una especie de trance. Mi cerebro ha desarrollado la capacidad de abstraerse de los horrores que le rodean como recurso de supervivencia. Pedaleo entre la confusion de gente, puestos de fruta, vehiculos , gallinas, caos y desorden total. Me llama la atencion este reducto del noreste de sudafrica por su latente subdesarrollo y ambiente totalmente rural. No veo blancos por la calle y, a juzgar por el cariz de las furtivas miradas, tampoco me siento muy bien recibida. Algunos hombres mascullan cosas a mi paso y otros directamente me las gritan desde unos metros despertandome de la hipnosis provocada por la insolacion de la jornada. 


Tras saludar a una “Mama” (mujer de cuarenta para arriba en zulu) apoltronada en su puesto de verduras en su lengua -Sawoobona, Mama- le pregunto por la ubicacion del Supermercado del pueblo y, tras despedirme con un Hamba Gashle, que significa ”que le vaya bien”, me dirijo al establecimiento donde trabaja Ross, el joven que me acogera un par de dias en estas latitudes antes de cruzar la frontera con Mozambique. Mi cuerpo aun arde de calor y mi piel esta al rojo vivo, Que satisfaccion sentirse a salvo cuando horas antes he estado a punto de desmayarme dos veces porque los casi 40 grados en el alquitran son como tener brasas dentro del casco chamuscando la masa encefalica.

 El agua de los botes hierve y no sacia mi sed. A mediodia, despues de 50 kilometros desde Sodwana Bay las pedaleadas comienzan a ser angustiosas. Tengo que repetirme una y otra vez “puedes hacerlo, no has venido para quedarte aqui”. El alquitran se derrite bajo las cubiertas y mi mente se sume en una extraña somnolencia para abstraerse del infierno, mientras escenas de mis mejores momentos en Sudafrica pasean por mis recuerdos. Mis chicos de Nomads Backpackers en Durban, Mark, Emma y William. 




Que momentazos junto a la piscina fumando no se que mierda y riendonos de absolutamente todo en este mundo. Unos dias que se saldan con un increible tatuaje donde la espalda se une con la cintura a manos de Mark y William. La estampa se interrumpe porque un camion pasa a gran velocidad a pocos centimetros y me desestabiliza completamente. Recupero el equilibrio y bebo un poco de agua caliente mietras las gotas de sudor resbalan por mi cara como los rapidos de Raft Batoka Gorge de Zimbabwe. Debby y Sophie de Umlodti, que me alojan en su casa en medio de la jungla y me cocinan los mejores desayunos de mi vida. Los granjeros Stewart que me salvan la vida en Tugela Mouth. Los Davison que me encentran en el camino y me invitan a una taza de te sin conocerme de nada.



 De repente un ruido diferente a los habituales acordes de la carretera me vuelve a sacar del trance. Una piedra de tamaño considerable me roza la pierna y cae a unos metros por delante de mi. Me detengo asustada y compruebo que unos chiquillos que juegan a un lado de la carretera se parten de risa por la azaña recien realizada. Huyo como alma que lleva al diablo pensando en lo que podia haber pasado de haberme caido encima semejante tenique de color rojo. Siento pinchazos en las rodillas y tengo que hacer varias paradas de un minuto para descansar porque estoy a punto de caerme. 





Mi respiracion comienza a acelerarse y se por experiencia deportiva que eso no es bueno porque significa que la tension arterial desciende en picado por algun motivo. Me vuelvo a repetir varias veces que la rendicion no es una opcion e intento navegar de nuevo en mis recuerdos. Los Tracy de Hluhluwe me regalan un pedacito de amor y carinyo que tanta falta hace por el camino. Me acogen como una mas de la familia en un paraiso perdido en la selva, entre cebras, jirafas, rinocerontes, cocodrilos y la fauna mas increible del planeta. Compartimos charlas, risas, amaneceres, anocheceres, vida, naturaleza... Pocas veces me ha dolido tanto en mi vida dejar atras un lugar. Por algun extraño motivo he dejado una parte de mi alma en Hluhluwe.


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